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sábado, 25 de julio de 2020

La lección de música


The music lesson Joseph DeCamp | Arte del piano, Arte y musica ...En estos últimos meses, con el asunto de la enseñanza online, se ha producido una revisión de nuestros métodos pedagógicos. Hasta hace poco, quienes nos dedicamos a enseñar a tocar un instrumento o a cantar lo hemos tenido relativamente fácil. Para resumir en una generalización, una vez asimilados los contenidos básicos del repertorio clásico, solo queda someterse al método tradicional de calentamiento y exposición del material practicado durante la semana, para luego proponer correcciones, realizar algún ejercicio aislado basado en la repetición mecánica, y dictar los deberes para la próxima clase. En mi opinión, los profesores debemos alejarnos de este modelo o, al menos, no considerarlo ni el único ni el más efectivo. 

En mi experiencia de estudiante buena parte de mis clases de instrumento se rigieron según el modelo mencionado. Tuve, al menos la suerte, de que mi primer profesor amenizaba cenas en un hotel; con él aprendí que existía un repertorio internacional de música tan interesante como la clásica, y que este repertorio también podía afrontarse con la libertad propiciada por el conocimiento de la armonía y de la improvisación. De ahí deduje que la práctica de la improvisación puede ofrecernos un vehículo expresivo inmediato de acuerdo a nuestro temperamento actual, sin tener que recurrir al estudio exhaustivo de una partitura. Este profesor sostenía un enfoque fragmentario de la educación instrumental según el cual sólo se podía ser músico o intérprete, eliminando así la posibilidad de integrar estos conceptos para hacer de la experiencia musical un evento completo. “Serás un gran músico” sentenció  cuando me despedí de él, “pero un mal intérprete”. 

The First Piano Lesson" by Jules-Alexis Muenier | Piano art, Art ...Creo que hay que evitar a toda costa estas afirmaciones, que en el fondo no son más que la manifestación de la incompetencia docente para resolver un problema pedagógico. En el Conservatorio escuché a una profesora afirmar que si un pianista tenía miedo escénico debía abandonar los estudios y dedicarse a otra cosa. No cabe duda de que este enfoque resulta más sencillo: el estudiante conflictivo abandona y viene otro que, tal vez, es más eficiente, y así no hay que elaborar un programa individualizado para resolver un problema que, en el nuevo caso, puede venir superado de atrás. Pero el efecto producido en los estudiantes que reciben estos mensajes es devastador. En mi práctica docente siempre he recibido con alegría a quienes aprenden con soltura y rapidez; pero también a quienes presentan dificultades de aprendizaje, que además me proponen el reto de elaborar nuevas estrategias, y nuevas soluciones.

También hay que valorar el filtro afectivo, o la manera en que cada estudiante reacciona a un estímulo pedagógico cualquiera. Esto invalida, en mi opinión, el modelo convencional de la clase de instrumento según el cual un mismo enfoque vale para todos. Cada persona trae consigo su propia historia, y uno tiene que adaptarse a ella a la hora de proponer una actividad o de juzgar una interpretación o un comportamiento. Tal vez quienes acuden a un Conservatorio presentan un perfil más homogéneo, pero en otros entornos pedagógicos podemos encontrar una multiplicidad enorme de caracteres, comenzando por las propiciadas por la mayor amplitud de edades que se tratan. 

Un Cuadro Al Día on Twitter: "The Banjo Lesson. Henry Ossawa ...En mi aula de piano he enseñado tanto a niños de cinco años como a mayores de setenta. La música es un bien universal y debe ser accesible a quienes por tradición se les ha hecho pensar que su cerebro no presenta la flexibilidad adecuada para aprender a tocar un instrumento. El refranero afirma que para estudiar y tomar consejo nunca se es viejo, y mi experiencia me lo confirma en la cantidad de adultos que han aprendido a interpretar un buen número de obras de los grandes compositores, un standard cualquiera, o una canción folclórica. Determinación, persistencia en la práctica, disfrutar del esfuerzo y del proceso de aprendizaje, y una buena dosis de pasión por la música son los ingredientes necesarios para que una persona pueda aprender a tocar obras de cualquier maestro.  

Un problema a evitar es la fragmentación de la música,  esa teoría según la cual sólo es buena música aquella dictada por los grandes maestros, y generalmente los clásicos. Los profesores que piensan así pueden verse abocados a generar un entorno que se acomode a su pensamiento, y en consecuencia excluir del aprendizaje un conjunto de contenidos muy valiosos. Tampoco perciben los mensaje de rechazo que provienen de unos alumnos que tal vez se acercan al piano para divertirse aprendiendo la Marcha Imperial, o para identificarse con su sociedad inmediata tocando una canción de Taylor Swift. Un cierto grado de fragmentación nos ayuda a ser prácticos y a entender el mundo, pero una exageración de este concepto en la enseñanza nos inclina a dejar de percibir la Música como un todo extraordinario.

¡Cuánta gente he visto sufrir en la enseñanza instrumental porque deseando aprender un villancico, una canción de una película, o un Boogie-Woogie, tienen que someterse al contrapunto de Bach, o a los minuetos de Leopold Mozart! Me pregunto cuántos abandonan un instrumento por los rigores de la enseñanza tradicional, y por los reparos de muchos docentes a enseñar música que consideran mala, o que no se encuentra dentro de los dominios del repertorio clásico. No cabe duda de que en la enseñanza reglada es lógico seguir un repertorio determinado, pero en la no oficial sí se hace necesario una revisión del material y una actualización de los contenidos, pues en el fondo, lo que ha de primar es la felicidad de nuestros alumnos, y no tanto la comodidad de quien enseña.

La enseñanza online a la que muchos nos hemos visto obligados durante los meses de confinamiento ha puesto en jaque a ese pensar fragmentario según el cual sólo se aprende de manera presencial, y además en un aula especializada. La urgencia ha motivado una adaptación rápida, y mi experiencia, al menos, ha sido positiva. No niego problemas. La inexactitud del sonido, el retraso en la comunicación, las horas largas frente a la pantalla del ordenador y la ausencia de un entorno musical complementario a la práctica: estos han sido, en mi opinión, los problemas más visibles. Pero me compensa porque me he reconocido en la experiencia confinada de mis alumnos, viendo como su ánimo y su color se oscurecían con el paso de las semanas, pero sin olvidar, al igual que Beethoven, que las dificultades pueden afrontarse siempre con alegría y una sonrisa, y sobre todo con música, ya sea la de Bach o la de Ludovico Einaudi.